“Lo que vemos todos los días pero que nadie quiere ver” es
el logo que acompaña a la foto que saqué de la internet, y no es lo que sólo yo
pienso pues soy otro de los millones de habitantes en la muy transitada cuidad.
El plan de gobierno del actual alcalde saliente no difiere del próximo a
elegir, y aunque yo soy abstencionista tengo la certeza de que somos más que
los sufragantes, lo que hace al gobierno ilegítimo y al sistema corrupto. Desde
que atravieso la puerta del hogar que habito todo se convierte en negocio, el
valor humano y la identidad se pierden ante el poder y la necesidad del dinero,
cosa que nadie analiza ni piensa como una estafa o mentira, lo mismo que hacen
con sus convicciones y proyectos que no salen de lo que les dicen, tanto en lo
aprendido en la casa como lo acondicionado por la sociedad. La ciudad es un
caos ordenado, desde el centro hasta la periferia es un nido de esquiroles y
una fábrica de esclavos, todos en el afán atiborran el tráfico y mantienen la economía
que beneficia a corporaciones y familias oligarcas, mientras lo público es una
buena renta y la mejor manera de hacerse publicidad. Y qué mejor manera de
hacer propaganda que inaugurar proyectos de miles de millones, obras baratas
para los pobres y que no molesten por el negocio de la salud, justicia, educación,
religión… que a la final son la forma de manipular y controlar a la humanidad.
El salario mínimo es una miseria, pero allá en el palacio de justicia, liévano,
congreso, casa de Nariño y demás instituciones, se regodean con sus
investiduras mientras el pueblo paga impuestos y demás tributos al sistema.
Bogotá es otro de los experimentos sociales del planeta, somos unos estados
unidos en un territorio diverso y extenso, y con un clima que en la mañana
puede ser cálido y en la tarde tormentoso.
La identidad capital ha sido usurpada por el vallenato o el
emprendimiento paisa, invadido de desplazados de todo el país y sobre todo del
campo donde el estado casi que ni existe, y lo peor de todo son los ñeros que
son la mejor muestra de la falta de atención por parte del sistema, y es porque
es mejor que sean así que despierten su consciencia y dejen de ser
controlables. Los ricos viven de los pobres y la clase media vive de ambos, de
lo que los poderosos quieran dar y lo que puedan sacar del paupérrimo
trabajador, y en el congreso discuten la caída de un helicóptero pero no de la
falta de agua y comida en la guajira, y aunque no sea labor del alcalde de la
capital le concierne a los que se dicen ser la capital del país. Bogotá es la
muestra de lo que pasa en el mundo, los intereses de los ricos superan por
mucho al beneficio del pueblo, por eso hay empresas que no tienen sindicato por
lo que pueden subcontratar borregos, perdón, empleados. La indiferencia es tal
que llegado el punto puede un bombero morir ante la impotencia de los testigos
de su homicidio, igual el miedo es tal que la delincuencia es el motor de la
industria y el comercio, donde la usura y la lujuria son la base de la sociedad
de doble moral. A pocas cuadras de la casa del presidente viven indigentes que
gozan del sistema, el que parece estar diseñado para proteger al astuto y
olvidar al indígena, obrero, campesino, desempleado… lo bueno junto a lo malo,
la luz y la sombra. La capital del cambio es un proyecto descentralizador de la
sociedad, es por eso que los empresarios y los multimillonarios son los
responsables por la nueva ciudad y el ejemplo de una nueva vida, una
administración que en lugar de atender políticas y negocios atiende los menesteres
de los más necesitados. Ya se va éste alcalde pero vendrá otro, hará lo que
debe hacer y los que le crean dirán que es bueno y los que no lo quieran lo
criticarán, así es como digo que el alcalde de la ciudad es otro más de los
corruptos políticos que al igual que banqueros y sacerdotes ¡Sobran!