Pongamos la dualidad cósmica en una dicotomía humana: por un lado, tenemos lo físico y material mientras por el otro a su contraparte anímica o espiritual, lo que originalmente estaba en armonía completa con el planeta hasta la llegada de los dioses exteriores. Tal cosa es increíble para alguien con educación promedio, incluso grandes doctores son manipulados ignorando al titiritero detrás del velo, convencidos del espectáculo al que llaman vida cuando la misma se evade en masacres y lucrativos genocidios. ¡Gol! Celebran los esclavos sus cadenas. Distraídos no van a dar crédito a los locos que piden las cabezas de todos los banqueros y sus cómplices políticos, la nueva religión que la antigua no pudo resistir y se asoció con su vaticano. Un día encontré en un papel usado la frase “El teatro le da vida al actor, el cine la toma” cosa que tomé no como una crítica a la tecnología sino a su mal uso por parte de sus dueños. Siempre he encontrado tales píldoras en mi camino, ya no es menester sumergirse en miles de libros en una biblioteca, hay millones de universos en total florecimiento junto a otros ya marchitos, la belleza y el horror se funden en una integridad que se lleva a la consciencia por delante hacia el infinito. Tal sensación es imposible de describir, nada en los leguajes e idiomas del mundo podría explicar siendo algo propio del plano mental, o peor aún, más allá, proveniente del plano espiritual de donde procede lo mismo que somos en sí mismo, sin límite ni muerte. Lejos del espacio tiempo, la mente suele enloquecer, el alma se pierde cuando el horizonte deja de ser una línea horizontal para convertirse en un hoyo que consume todo, como un axón que conecta al universo con cada individuo inerte o vivo, todo cuanto exista proviene de la eternidad y a ella ha de retornar luego de su aventura por la existencia, así que cuida lo único que en realidad te pertenece TU CONSCIENCIA. Querido lector, tu presencia en esta redacción es parte de ese entramado indescifrable del que los pastores y sacerdotes se sirven para el lucro, no hay nadie en esa hipócrita cadena de deshonestidad que tenga alma, la vendieron por fortuna o poder, pero tú que estás aquí, por más esclavo que seas tienes una intacta alma que sufre tras la alegría o se eleva mientras se arrastra. Puede que las disertaciones de un hombre atribulado no sean agradables para nadie, sólo el arte se nutre de las tragedias y las hace comedias, la historia no interesa si no tiene sexo o traición, si no es tan retorcida como un incesto o asesinar a cientos de mujeres para bañarse en su sangre, nada diferente de mi amigo que pasó dos semanas tirado en su cama sin vida mientras mis mensajes rebotaron, y presentía que algo no estaba bien ya que él estuvo más presente que muchos en mi anterior duelo, perdí otro hermano y ni siquiera pude ir a sus exequias. Lo sabía. Muy en lo profundo de mi ser lo intuía, no lo creía. Mejor sorprenderse y llorar como todos, descubrir tras la condena la experiencia adquirida y liberarse no de la vida sino del trato que le da la sociedad, sin miedos, dolores, adicciones o nada que vulnere la voluntad de un ser divino contenido en la profana materia, atrapado en una grosera carne que sólo quiere ser satisfecha y complacida, manipulando el resto a conveniencia de unos pocos que se creen mejor que el resto por tener dinero o abolengo. Querido amigo, amada amiga. Olvida aquello que nos ha puesto en lados contrarios de la balanza y recuerda aquello en común que hemos acordado, así es como se construye un futuro, desde el presente, uno donde el pasado está resuelto, no como los demás que ignoran de dónde vienen y para dónde van, y lo más cruel es que ni siquiera saben quiénes son en realidad tras la máscara de su personalidad. Que sea diferente contigo, como lo que leo o veo y escucho en la pantalla, no ese arte contenido en museos y sobrevalorado por las élites que las financiaron, jerarcas invisibles tras gobiernos y celebridades que los encubren en sus crímenes contra la humanidad. Yo también me iré y espero de un infarto, que me cremen, arrojen las cenizas al viento desde la cima de una alta montaña, que lo quede de mí sea lo real, el espíritu.