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Leonid Afremov |
Las esferas oscuras conocidas como hoyos negros
pueden ser portales inter dimensionales, ni los habitantes más evolucionados y
conscientes del cosmos lo saben, y si conocen el secreto lo saben encriptar en
su forma de comunicarse, sea dejando figuras en cultivos o encarnando como otro
de los endémicos seres a cargo de la superficie del planeta. Una vez llegado al
límite del horizonte, el tiempo se retuerce como un gusano y cruza el espacio
creando las conexiones más insondables en la existencia del todo, el esqueleto
de las bases del juego que es la experiencia de la vida en todas sus formas.
Antes del caos primordial hubo otro orden caótico, otro ciclo cuyo apocalipsis
fue el big-bang, un sueño divino materializado en brutales infiernos o
alucinantes paraísos, derramada la luz y el sonido expande la consciencia como
el universo entero, moviéndose estáticamente causa el efecto, hace de la causa
un hecho y de un sueño la realidad. Lo imposible no es absurdo, utopía es creer
valioso algo que no tiene valor y, sin embargo, la codicia económica domina al
mundo, la corrupta mentira es tan dulce que nadie quiere oír la amarga verdad,
la niegan justificando cada límite en una corrupta e hipócrita norma o interés,
así que, si se libra de la condición mortal que aqueja a la humanidad, su
espíritu podría llevar a su consciencia más allá de lo milagroso. Nada es improbable
si se cuenta con una visión superior a los sentidos orgánicos, todos han intuido
algo o presentido alguna cosa, de hecho, los sueños son una muestra de la
muerte, aquel que ha perdido su conciencia ha trascendido los límites de la
percepción, ha cruzado una puerta que conduce a un nuevo reino. La ciencia no
es indiferente de la magia, lo mismo la política de la religión es por eso qué
el dogma no se puede debatir, aunque sea falso, como Giordano Bruno muerto en
la hoguera de la inquisición por hereje, no obstante, sus libros por consiguiente
sus ideas han llegado a este insensible y enajenado mundo moderno, sin ver la
magia oculta tras el velo impuesto por los amos de la sociedad. Meditar es
vibrar en el movimiento universal, aquella poderosa bola de energía en la
oscuridad que ni la luz puede escapar, no difiere de una mente expuesta a los
escabrosos lados del poliedro donde está contenida la fuente cósmica. No es
menester medir, eso es imposible ante la eterna naturaleza de lo inmortal, inconcebible
para el egoísta atrapado en el devenir de la ley hermética, adherido a la
amorfa masa de los presos y condenados, menesterosos esclavos que van dormidos
soñando con el éxito y la fortuna, ilusionados con una banalidad, estafados
permiten a los conquistadores ejercer su autoritario régimen piramidal de ricos,
pobres y mediocres. El lastre es la carne que hala hacia lo profundo del abismo,
como aquel que afirmando “que amor con hambre no dura” niega el valor
nutricional de tan sublime energía. Luego de mito la filosofía era la forma de
relacionarse para el ser humano, incluso antes del lenguaje el pensamiento se
pasaba de mente a mente, éramos conscientes de los diferentes planos y hasta se
podía viajar a otro mundo, hasta que la religión y la ciencia fueron las
herramientas de los controladores, esos violentos que hablan de justicia o
libertad sin ser lo uno ni lo otro. Todo vibra, gira, se mueve. Evapórate.
Hazte humo. Trasciende. No temas romper el hielo y ahogarte en el gélido
infierno, es sólo un paso en la travesía hacia el infinito amor de la luz. Enciende
el fuego de tu espíritu, sólo así la lámpara en el corazón iluminará el peor de
los males y lo convertirá en un bien, es dejar de ser miserable dando más de lo
que se cree tener. Vive la dicotomía, no importa si eres radical y te plantas
en un lado de la ecuación, hay días para llorar y días para reír, luego de la
tormenta volverá a salir el sol, después de la enfermedad está el alivio, lo
penoso no es caer, sino arrastrarse, así que, recuerda que eres más que carne y
sangre. Cuando llegues al agujero será el final para el cuerpo, que la
consciencia no siga ere rumbo, no es necesario morir físicamente para renacer,
sólo basta tener voluntad y sobreponerse a las condiciones de la sociedad, la
humanidad es más de lo que dicen o creemos.