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Árbol de piedra en Bolivia |
Dicen que soñar no cuesta nada, lo dispendioso es cumplirlos
de verdad, no obstante, hay quienes llegan a la cima de sus ilusiones y creen
estar en un trono, se engañan con el ego cuando éste hace de consciencia, es la
voluntad del ser corrompida por la fama y la fortuna. Inútil es aspirar que los
aplausos y las ovaciones valgan tanto como el agradecimiento de aquel
necesitado que se asiste, la obra más importante es perenne al espíritu aunque
el mármol, la pintura y oración se pierdan como las civilizaciones preadamitas.
¿Has experimentado un deja-vu? ¿Ni siquiera sabes qué es? No importa, ser
ignorante no es malo, pero equivocarse por ignorante sí que es perverso. Bien
lo comprobó Zip, quien cansado de la rutina se aventuró con un amigo a lo inhóspito
e indómito. La vicisitud tenía como propósito comprobar lo desconocido como en
la juventud fueron las drogas y el sexo, ahora quería volver a sentir algo nuevo
y excitante luego de tantos años al servicio de una empresa donde sólo fue un
empleado más. Escuchó a sus jefes hablar de Europa o las Antillas, sus safaris
o excursiones o de bucear y hacer paracaidismo, todos compitiendo por
pertenecer a algún grupo o asociación, los clubes demandan requisitos siendo el
de sangre pactado por el Bilderberg group. Ya cuando se abrían paso entre la
vegetación sentían el encanto de la naturaleza, los cinco exploradores iban en
misión de reconocimiento, su GPS tenía
batería para dos semanas enteras transmitiendo, con sistemas de alimentación
energética complementarios, generalmente solar lo asistía un sistema mecánico
de manivela. Sus provisiones bastaban para casi un mes, con botiquín por si
acaso. Zip empezó a ver una sombra, no le dijo a nadie porque cada uno tenía
sus asuntos y pactaron no traer problemas personales a la selva, obviamente la
experiencia ha sido terrible, los demás lo tratarían de saboteador o incluso de
traidor. Las dos mujeres y los dos sujetos con los que iba al parecer habían
conectado, siendo el impar prefirió hacer su tarea que era fotografiar los
especímenes de flora y fauna que pudiera, llamándole la atención una roca de la
que un árbol se apoyó para crecer y la integró a su raíz. Se sentó a meditar un
rato mientras la noche caía, pensó en el tiempo en que los indígenas no tenían
metro sobre su territorio que no conocieran, tesoros enterrados esperan por el
fin del mundo para ser revelados, misterios ocultos en las sombras del tiempo
aguardan por sabios desprendidos por los astros y viajando entre dimensiones,
incluso a otros planetas y sus habitantes. Sus reflejos bien lo dejaron a
merced del medio ambiente, nada podía temer estando elevado espiritualmente, ni
el más osado demonio se atrevería a apostar su existencia contra alguien así. En
su interior Zip sintió la más incontenible alegría, lo perturbaba, la
invaluable tranquilidad que confundían con seriedad lo confortaba, siempre en
constante oración se sentía protegido por alguna fuerza invisible que lo seguía
como testigo, registraba cada acción y pensamiento o sentimiento, hasta esas
ideas geniales que se le evaden a la memoria inmediata. Lo revelado en el
instante le dio la idea de intentar algo, sabiendo que la noche lo inundó de
tinieblas empezó a recordar todavía con sus ojos cerrados cada detalle de lo
visto en su camino hacia allí, el camino iluminado por el sol podía ser también
iluminado por su aura, ya no escuchaba nada en su campamento, ni siquiera de
olía el humo de la fogata. Al abrir los ojos era como estar ciego, nada podía
observar, más que unas coloridas manchas que de pronto formaron un patrón conocido,
los arcoíris eran animales y plantas y hasta sus propias huellas. Llegó al
claro pero no había camping ni rastro alguno de humanidad, sólo estaba él
sentado en una piedra que en un tiempo muy lejano o futuro sería la base y
apoyo de un gran árbol que la cubrirá con sus raíces.