La amistad se fundamenta en el amor al prójimo, es la
familia que se escoge conscientemente sin el lazo de sangre, aunque por lo
general la familia es la única amistad que se tiene realmente, y en ocasiones
los enemigos a vencer. Cómplice, acólito, secuaz y coautor; un amigo (a) es el
mejor regalo que la vida nos puede ofrecer, muestra de honor y lealtad cuando
no es la traición el doble sentido de la lucrativa hipocresía. “Mejor solo que
mal acompañado” y ni la soledad es absoluta cuando en ella se revelan fantasmas
y dioses milagrosos, la vida se abre en todos los sentidos y los muertos
reviven en sus obras para acompañarnos, aconsejarnos, mostrarnos que no somos
los únicos ni estamos solos. La vida es más que comer y vestir, y no vale
trabajo cuando por ello se echa a perder lo mejor de la vida, como el amor que
el dinero y el sexo usurparon en el negocio que se convirtió la sociedad, así
que es mejor morir en la ley de uno que vivir esclavo en la norma que a todos
convence y atrapa. Filosofar raya en el delito y no queda más que la música y
todo el entretenimiento para olvidar o ignorar el dolor ajeno, se mueren
lentamente de hambre los que en invisible distancia fueron olvidados por el
sistema, y que en beneficio de corruptos mantiene el hambre y la muerte
mientras ellos llenan sus arcas. No importa qué tan corrompido está todo si
funciona en su propósito de ser productivo, por lo que el soborno es criminal
si no tiene el poder corporativo o económico para comprar justicia, impunes en
su inmoral forma de aprovecharse de los débiles, enfermos y necesitados. Aislado
es mejor estar que contribuir a esa mediocre rutina que llaman vida y que se
les escapa en fútiles esfuerzos e ilusiones, rechazado e incomprendido se me
dice utópico, por lo que soñar también es un crimen si se empeña en ideales
honestos de amor y paz en lugar de lucro y poder. E involucrando el poder, yo
puedo elegir entre fluctuar en medio del ambiente o transmutar lo adverso en
beneficio, lección asimilada cuando justo a punto de morir encontré la
salvación ¿Y para qué? Para seguir en la oscuridad buscando luz mientras los
demás caminan ciegos y deslumbrados en la luz. Ya fui mi peor enemigo y ahora
soy mi mejor aliado, me reconozco como un vulgar y mortal humano, pero también
lejos de ello me rencontré con lo divino y cósmico que habita en cada creación
universal. Entre ignorar y saber no hay mucha diferencia si no es coherente con
las acciones y decisiones tomadas, bien lo saben los mentirosos que a fuerza y
terror controlan todo en un monopolio descarado que llaman economía neoliberal,
y que en verdad no es más que esclavitud disfrazada de trabajo digno. El que
muchos lo disfruten no me incluye, por el contrario, me molesta esa falta de
carácter y dignidad en pos de la farsa que se creó para manipular a toda la humanidad,
esa prisión sin muros que los conformes aceptan sin dudar ni cuestionar. No me
aterra morir, será un dulce premio a mi consciencia que está nublada por los embriagados
sentidos, tan puesta en su lugar que hasta recordar los sueños es evadirse de
la condena de este mundo, igual que cuando se vuela en disertaciones y las memorias
se tornan en nuevos momentos para recordar. Temo más a los humanos, necesitados
y desesperados no tienen más que la ignorante violencia, la acostumbrada
negación de lo posible por el contundente hecho de lo sucedido, las huellas de
un pasado que nos persigue como la sombra de nuestros errores y defectos, que
hacemos virtudes y creamos el orden de lo establecido. Querida amiga (o) que ha
llegado hasta aquí, sabe en lo profundo de su ser de qué escribo pues los
abrazos son más que un acto humano, es un contacto divino. Sé que por ser
misántropo dejé de ser lo que solía ser, buena persona y de semblante amable,
pero el desamor y la ingratitud diezman la esperanza de que todos los seres
sean como hermanos, y en lugar de eso somos mercancía y carne de cañón, la excusa
perfecta para mantener la estafa del status quo de la pirámide social, donde soy
un infiltrado, un espía de otro mundo sin hambre ni dolor al que denominan dios.