Este día maestro, no sólo se conmemora la caída de dos torres, también el homicidio de Salvador Allende modernamente o antiguamente el asesinato de Stephen Hagiochristophorites, quien era el más poderoso hombre del imperio bizantino. La lista es larga de los natalicios y decesos, y más si piensan en las anónimas víctimas de los eventos de 1185 en Bizancio, 1973 en Chile o 2001 en los EU, no cabrían todos en un libro como la biblia. Hay que ser muy crédulo para pensar que todo el suceso fue algo fortuito perpetrado por unos terroristas ¿Cómo se van a caer desde sus cimientos dos torres impactadas en su cima? Quienes pudimos verlo en vivo, apreciamos una sustancia de color del magma emanar de las paredes y chorrear a la vista, además, justo antes de la caída se puede observar la seguidilla de explosiones de una demolición controlada, y para completar, un edificio cercano también colapsó, sin contar el avión derribado o el impacto de un misil que los medios dijeron que fue otro vuelo. Todo el circo de ese día cambió al mundo, fue una proclama de los dueños del mundo sobre su nuevo orden mundial, ese que se ha consolidado por completo con esta pandemia, y que sin remordimiento han orquestado el sueño de predecesores, o visiones de profetas que desafiaron el tiempo como Parravicini quien murió casi treinta años antes del evento y sin embargo, lo dibujó en una hoja: dos torres iguales en un pedestal con una cabeza también dividida e iluminada o encendida y levantando con la mano derecha algo como una antorcha y con una venda en los ojos como la justicia, y en medio de un mar caótico con edificios llevados por la corriente. En otro dibujo de la estatua de la libertad dice: “La libertad de Norteamérica perderá su luz, su antorcha no alumbrará como ayer y el monumento será atacado dos veces” Bill Cooper fue otro que acertó en sus teorías, como que lo asesinarían por lo que había descubierto e intentaba revelar al mundo entero, así que dos meses antes del atentado se dio cuenta de la movida y dijo que algo grande sucedería, y dos meses luego de la caída de las torres, fue abatido por la policía en la puerta de su propia casa. Beverly Eckert no quiso indemnización por la muerte de su esposo en una de las torres, a cambio, exigía y demandaba saber por qué falló la inteligencia y seguridad nacional, pero una semana después de estrechar la mano de Barak Obama murió en un accidente aéreo, quizás por mencionar a Guantánamo y otros temas delicados. Muchos videos censurados mostraban las incongruencias, y hasta las imágenes oficiales evidenciaban el preciso corte en las vigas principales, también unos que mostraban la seguidilla de explosiones que iban por debajo de las nubes del colapso, esas que muchos escucharon cuando evacuaban en ese justo momento. Un hombre llamado Steve Jackson, hizo un juego iluminati donde una carta era de las torres gemelas impactadas por algún misil, y hasta Matt Groening lo había puesto en los Simpson un par de años antes de que pasara la tragedia, incluso pone: 9/11 a NY. Me quedo corto. Archivos perdidos para siempre de grandes investigaciones, desfalcos del Wall Street, la venta y póliza del edifico, la excusa perfecta para invadir el medio oriente, la invasión, homicidio de Gadafi, obviamente esa inmisericorde cacería a Bin Laden, la crisis económica, conspiración del club de Bilderberg o los doce majestuosos entre los innumerables proyectos que gestaron, como el Manhattan que fue la cuna de la bomba atómica. No sería raro que todo ese empeño del nuevo orden mundial fuera un sacrificio ritual a sus maquiavélicas deidades codiciosas, morbosos entes amantes de la perversión y corrupción que asola a los gobiernos del mundo, ese negocio mundial que ha convertido a la humanidad en una fuerza esclava y al planeta como su infierno personal.
