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Es extraño encontrar una persona que no le guste el cine, no obstante, existen tales personas, que desconocen el encantador placer de escuchar una sinfonía o apreciar un clásico de la pintura, sólo observar los mosaicos arquitectónicos o simplemente ver bailar a una chica. Todas las expresiones del arte han caído en la desgracia del negocio, dejaron de representar la suprema habilidad o el pensamiento analítico y crítico, mucho menos sirven a la humanidad siendo secuestrado por las familias de élite que piden “mininas” o retratos insulsos de gente anodina. Cultura proviene del culto, de adorar el conocimiento y demostrarlo tanto en forma como en esencia, como lo fue su lengua y el consecuente desarrollo de la conciencia, no la egoísta necesidad física sino el placer de una conexión colectiva. Las ruinas prueban que la opulencia de entonces rivalizaba con la de este momento en la historia, incluso nos superaron dejando misterios como las pirámides de todo el mundo, o colosales construcciones que ni nuestros más eminentes ingenieros serían idóneos de levantar, y sin embargo, llevan miles de años desafiando la imaginación humana y hasta las leyes de la naturaleza. Colosales templos tallados en una sola roca imponen la soberanía de lo oculto, increíbles cuevas censuradas al público almacenan esa historia que no puede ser conocida, porque no puede ser manipulada, es por eso que deben negar los cráneos de Paracas o los restos de los gigantes. ¿Qué se puede esperar de esa élite siniestra y poderosa que depende de que esto no se sepa? Atar cabos sueltos empieza a ser un peligro para ese establecimiento, la perfecta máquina de la sociedad tiene cubiertas sus salidas, incluso al ermitaño se le somete al régimen del interés privado, de allí que el capitalismo dependa del consumismo en un vicioso círculo infernal, y sobre todo, productor de basura y contaminante que justifica toda violencia, como el actual virus que en realidad es una gran obra del arte maquiavélico. Los miles de años de este proyecto social no ha servido para aniquilar el espíritu humano, ese que se resiste a caer en la desgracia del crimen que es la estafa piramidal de la democracia, una justificación de la esclava forma de vivir y todo el mal que viene que con la ambición y la mentira, por lo que no importa cuánto recen o intenten redimir sus malas decisiones, siempre tendrán el karma de sus mezquinos actos. Uno concluiría que tanto mal es injusto, pero viendo la experiencia desde un plano fuera del tiempo y el espacio, no existe tal cosa como bueno o malo, las cosas son por su nombre; la economía es un timo, igual la falsa política o la caduca religión, todo es parte del mismo circo. ¿Osáis hacer juicios? ¿Acaso os atrevéis a imputar sus prejuicios en el espejo ajeno? déjame decirte que el ego mismo suele ser contenido por el espíritu, éste se apropia de él y lo domina bajo el imperio de lo sublime, pero los ignorantes creyeron el cuento ajeno que se convencieron que no son más que el empaque, de allí que sean superficiales y mediocres. Caerá del cielo un bólido como el que exterminó los lagartos jurásicos y se lamentarán no haber despertado del sueño americano, tendrán tanto para perder que sentirán la miseria que llena sus arcas, rechinarán sus dientes mientras los justos obtienen la merecida misericordia negada por gobiernos y corporaciones. Condenen mis palabras como el veneno de un anarquista, no importa, el arte proviene del alma que ellos vendieron, se nutre de la existencia como Goya en su tiempo o Poe en el suyo, se alimenta de la vida humana tal como el mortal bebe la ambrosía de un misterio revelado a los dementes, a los soñadores, a los utópicos que han venido más allá de lo perceptible, es el amor y la luz misma hecha carne, es la materia elevada a lo divino incluso desde lo profano, el sincero arte es la salvación del mundo y la humanidad.
