viernes, 17 de noviembre de 2023

DANZAR CON LA MUERTE NO ES SER MACABRO SINO PREPARARSE PARA LO INEVITABLE


 Si tuviéramos idea de lo que se hay al otro lado o lo que traemos de allí, no tendríamos miedo a morir ni mucho menos seríamos esclavos de la necesidad y el obsesivo o vano consumo, serían los dioses que era cuando custodiaban el planeta en lugar de sobrexplotarlo, ni ejércitos de hormigas acabarían con la selva y sus habitantes. Los corrompidos crearon la sociedad creyendo a sus dioses a quienes les ofrecen sacrificios, ancestrales ritos traídos por los dioses exteriores y mantenidos en las religiones del mundo, un sistema perfecto para dar la impresión de ser justo y verdadero ya que es en esencia una diabólica estafa. Basta con observar los rostros de borregos engreídos, sus vacías miradas delatan lo enajenados que van en sus preocupaciones y prejuicios, juzgando al que se atreve a cuestionar los hábitos y costumbres del nuevo orden mundial ¡Más de lo mismo! Pensó Mark ¿Acaso no pueden ver más allá del velo de la realidad impuesta? Sus reflexiones delataban su estado de ánimo, uno cruel y despiadado que competía contra el ego de cualquiera que tuviera la mala fortuna de estrellarse con él en la encrucijada. Cual espejo, también podía ser generoso y sobre todo bondadoso, una contradicción que le traía muchos enemigos como amigos, problemas para solucionar probando que su espíritu era luminoso a pesar de andar en la oscuridad, de oír la música pesada qué dependiendo del género o la banda, se animaba, desahogaba o calmaba. Era un tipo noble y amable a pesar de su actitud y aspecto lúgubre y lacónico, y por como se refería a la muerte, un suicida en potencia. Para decepción de sus más odiosos contradictores, Mark solía hallar en sus dolores y tristezas la más profunda luz en su interior, una que comparaba con Lucifer o estrella de la mañana, el primer y eterno rebelde, descubriendo en realidad al ángel que era en un principio, por lo que se le atribuye ser el portador de la luz. No obstante, fue la muerte quien le enseñó aquello que la historia oficial ocultó, la misma que de niño lo subestimó y trató como a los demás, como un idiota y un mediocre oportunista, teniendo en realidad un espíritu cósmico traído de los confines de la eternidad. Luchar contra demonios requiere que uno mismo conquiste el que existe en la mente y el corazón, hacerlo amigo y aprender a dominar los instintos y miedos ajenos, es el amor la más antigua magia que aún sobrevive. La mirada de Mark solía ser penetrante antes que maliciosa, pero lo confundían con el mal genio cuando sólo intentaba enfocar por su miopía, a pesar de ser visto con gafas no se cuestionaban porqué andaba sin ellas, además, no ayudaba que un día destruyó un lugar cuando descubrió que allí vivía y trabajaba el asesino de su gato, pagó por los daños de la misma forma que el tipo fue a prisión por matar al felino, simplemente porque en las noches correteaba por las tejas de zinc. Un día un pájaro se estrelló contra una ventana y se mató, lo marcó tanto que desde entonces parecía más cristiano que su mamá, prefería ser él quien fuera el objetivo de cualquier mal que sucediera a su familia, no soportaría llevar una pena tan grande cuando su propia vida era insignificante ante los demás. A pesar de su desdén por el servicio de transporte público integrado, se ofreció a llevar a su sobrina pequeña al colegio y a traerla desde el otro lado de la ciudad donde quedaba, y en tres meses no presenció nada fuera de lo común como el ladronzuelo o la accidentada. Ese último día escolar fue peor que haberse quedado atascado a causa de una protesta, llegando a su destino inicial pasó por el lado de una ciclista que perdió la vida en la mitad de la vía pública que quedó cerrada, y para colmo, al llegar a su destino final observó a otro occiso ya cubierto. Pasó por su lado a pie, casi la mitad de joven que Mark, pensó que venía solo pero más adelante le informaron que a su compañera se la habían llevado a un hospital donde no logró sobrevivir. Tomó una foto del lugar y continuó su debate consigo mismo, atribulado como lo de su gato y sus amigos, esos que creía lo observaban desde el otro lado, uno al que posiblemente debió haber ido, dejó los datos del evento y finalmente no se supo nada más del testigo.

EL CASTILLO DE LOS PIRINEOS

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