jueves, 9 de mayo de 2019

NO LE CREAN A MI SUPERFICIAL AMABILIDAD MÁS DE LO QUE DICE MI PROFUNDO DOLOR


Hace muchos años hice un post personal, como uno que otro en éste trabajo público que por fortuna o desgracia (Depende de la perspectiva) tiene sólo una decena de lectores. Esta vez vuelvo a realizar un ensayo muy personal, he de compartir la pena y el dolor que la tragedia trae, pues la muerte en un estado natural es para celebrar, pero cuando son los padres que entierran a sus hijos se cuestiona uno la bondad en el mundo y más cuando en él importa más la materia y el dinero que el espíritu y la vida. Estoy ofendido por la ironía del asunto, una enfermera que se dedicó a ello desde su propia experiencia como víctima de intento de homicidio, que no sólo vivió por ella sino por nosotros que la amamos, y su fe la salvó de tal situación que le ocasionó el karma de su vida, las úlceras, y aun así trajo a este mundo un niño en contra de las posibilidades por sus heridas. Mi hermosa prima pasó al otro mundo cuando en uno de esos episodios con su condición acudió al hospital, allí le administraron un medicamento en el suero y reaccionó adversamente que falleció a causa de eso, al error de quien tiene por costumbre seguir un protocolo que hacerse responsable por sus habilidades o errores. La ira me invade como la impotencia, desearía estar al otro lado con quienes creyeron en la utopía, a los que vieron mis sueños no como locuras sino como la idea de un mundo más consciente y artístico, pero es la soledad quien lo acompaña a uno y lo remata tal desdicha, pues no hay más miseria que perder lo más amado. Si pudiera dar mi vida en pos de los que amo, de seguro sería un buen sacrificio, pero de eso se trata este mundo, de ser un buen preso, no la rebelde y perdida causa a la que dediqué mi vida a costo de soledad y dolor, porque es lo único que tengo en este aciago momento, no dejan de fluir las lágrimas, y no como un resultado de la emoción de una película o una historia, sino la angustia misma de la vida que nos queda a los que todavía debemos soportar la incertidumbre y el karma de esta existencia. Les podría contar de ella, pero me lo reservo para cuando me vuelva a encontrar con su esencia, y eso es lo que prefiero manifestar, que la muerte sólo es un fenómeno físico, en lo espiritual uno nunca nació por lo tanto nunca ha de morir, eso es la eternidad heredada de un supuesto creador que no es más que la energía cósmica del amor. Ella ya está en paz, cumplió su misión y regresó a casa donde volveremos algún día, no aún, pero sí algún día. Parece ser tiempo de regresar a leer a Job y sacar fuerzas de algún lado, de poner mi mente en juicio ajeno ya que el propio está condicionado por esa parte mía que me agobia, el hombre, aquel ego que se pega de la luz y cae en los dominios de la materia y su orden. No sé quién soy, amo la vida tanto que me duele la muerte de un animal, no me alimento de ninguno, reniego de un sistema artificial y su impuesto, leyes absurdas de un orden forzado e injusto ya que es piramidal y esclavista en todas sus formas, y eso me pone entre los buenos y los malos que se justifican en su lucha por cada uno de sus intereses, y uno queda en medio de un fuego cruzado. ¿Qué tiene que ver mi prima en todo esto? Que siendo ella la que sí tiene motivos para vivir sea la que deba morir, mientras yo sigo en pie en medio de la mediocre y complaciente existencia de todos aquellos sometidos a la brutal estafa, trabajan como lacayos sin darse cuenta que su poder de adquisición no es mercantil ni económico, su riqueza radica en el conocimiento y la práctica del mismo que llaman sabiduría, pero tal cosa no puede existir sin el amor que la respalda, y ese amor que nos arrebataron es el miedo y la ausencia que nos queda, la misma que prueba esa fe de la que vivimos. Amo la vida tanto como desprecio el negocio que es vivir, desde que se nace hasta después de muerto uno es una excusa para mantener el capital en marcha, nada es un servicio porque nadie sirve, son inútiles almas dentro de cuerpos que marchan al patíbulo con el orgullo de su patria y su fe. Adoraba a mi flaca, ahora espero que desde el otro lado nos cuide como un ángel, la amo tanto que me perdonarán la misantropía, la falta de decoro.

EL CASTILLO DE LOS PIRINEOS

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donde habito (salido de mis sueños)

MAIAA

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