La corrupción y la perversión estaban contenidas en un plano
tan oculto que sólo los sacerdotes y brujas más idóneas podían conocer, sólo se
escava a través de algún oscuro corazón podrido o nacido para ello. En esos
tiempos el mal era contraparte fundamental para equilibrio del bien y la
bondad, el corazón de la humanidad había evolucionado mucho más que su mente y
cuerpo, por eso se les trató de dioses que descubrieron poderosos arcanos y
edificaron increíbles maravillas. Las aberraciones de tan mitológico tiempo
prueban que su esplendor iluminaba a la vida misma, y no sería raro que esos
monstruos terminaran por seducir y encantar a los corazones bondadosos que
sucumbieron ante la iniquidad, las almas que cayeron y se perdieron en el pozo
de la ilusión y la desesperación. Todos llevan recuerdos de eso en sus eternos
espíritus o inconsciencia (como diría mi terapeuta), recordarlo es un trauma que
nadie quiere, además, el plan en este tiempo y lugar es el que vivimos a manos
de esos gobernantes poseídos por el mal, y nadie puede hacer nada ante la codicia
y ambición o el menester y la necesidad. No hay una verdad absoluta ni mentira
que no contenga algo de verdad, esa paradoja resuelta en la armonía de la
dualidad, es una de tantos misterios que ya revelados, como llaves abren
puertas selladas a mentes que se cerraron en la abrupta realidad. Puede que el
mundo sea un gran centro comercial, que todo su propósito sea comprar y
consumir, el perfecto control de un estilo de vida nocivo y tóxico, por no decir
que su política y religión son las bases de tan siniestro plan de intervención
y vigilancia, pero las almas como yo no se comen el cuento de la brutal
realidad, viajamos en una existencia física y de paso experimentamos la tridimensionalidad
siendo en esencia mucho más que luz y amor. Los maestros fueron usurpados por instituciones
mientras el pueblo se hunde en la miseria, todo por el beneficio de la estéril
élite que se traga al mundo sin importar nada más que acaparar todo en sus
arcas. Sólo cuando la noche es más oscura es cuando se reconoce el débil fulgor
de las almas atrapadas en la rutina y la impotencia, pues nada pueden más que
obedecer lo impuesto por ese macabro sistema que convirtió la humanidad en
simple combustible. No estoy aquí para ser la mansa paloma sin ser también una
astuta serpiente, no en vano la parte más primitiva cerebral heredada de los
reptiles son el instinto de la supervivencia, no obstante, soy de los que se
les puede venir el mundo encima y no moveremos ni una pestaña. Son tiempos
oscuros en que las mentiras son preferibles a lo desconocido, tan complacidos
en su miedo a la muerte que viven como esclavos por su cómoda mediocridad tan
popular, vulgares ladrones al fin de cuentas sin escrúpulos más que las
constituciones y leyes mortales. En las más profundas tinieblas se ven las
luces de insectos que cual luciérnagas buscan aparearse, pocos conocen el
código oculto de una sabiduría heredada en lo inherente de ser, esa magia
exclusiva de socios y distinguidos sin el más mínimo honor, brujo y demonios al
servicio del sistema que divide y conquista. Violentos y tontos defienden los
mismos preceptos que los oprimen, nada como un buen distractor o soborno para
hacer la vista gorda a tan pútrido negocio que hicieron de la humanidad y el
planeta, sólo viven por el dinero con el que cubren el miasma de su hedor. La
austeridad es un mal cuando en esencia la humildad no es ser pobre sino
necesitar muy poco, como el yogui que se dedica al simple arte de respirar
llegando a prescindir del alimento mismo, y esa debe ser la meta de la
humanidad y no esa industria que envenena y de paso lucra. En la antigüedad los
primigenios sucumbieron ante el ascenso de sus existencias, trascendieron los
planos o descendieron a los desalmados rencores que impulsa sus exitosas
carreras, asesinos que no son capaces de halar el gatillo para salirse con la
suya, como los criminales gobernantes que tenemos y tendremos mientras no
estemos dispuestos a ser responsables por nosotros mismos, no necesitamos
líderes ni control.