domingo, 17 de marzo de 2019

DESTINO FINAL (XXI)


Primero agradezco a quien se toma la molestia de abrir este blog virtual, cuando publique algo de mis trabajos (cosa que no quiero) merecen más que una dedicación y el acostumbrado garabato, más que un agradecimiento y mucho más que un sincero abrazo, sólo puedo ofrecerles mis más honestas ideas y todo mi amor. El hecho viene a que hace un mes el conflicto interior aterrizó en un accidente, ni el ser precavido o respetar la norma lo exime a uno de la inconsciencia ajena o de mal encarnado (Criminales), y preciso cuando ya coronaba el descenso luego de subir al alto “patios”, un bus del SITP me cerró y terminó enviándome al piso. En cuestión de segundos mis peores temores y mis más despreciables sentimientos se hicieron realidad: la avenida que parece recta tiene una pequeña inclinación de unos cuantos grados, un poste marca la mínima curva. El caso es que bajaba a no más de treinta kilómetros por hora, y creo que eso ya es mucho, y justo cuando iba llegando a dicho poste un bus del SITP pasó muy cerca “Qué le pasa a este sujeto” pensé en el instante que el espacio entre el andén y el bus se reducía, sólo vi el color azul del bus cuando se llevó por delante el manillar izquierdo del manubrio o dirección. Luego de un par de segundos en el piso evaluando mis daños, me levanté y me senté en la pared del andén, vi que alguien había levantado la bicicleta y la dejó parada contra el poste (no falta el metido qué en lugar de ayudar, perjudica). Mi hombro izquierdo me dolía y me cosquilleaba la mano, creo que era normal por el esfuerzo del freno, y si tuviera alguna fractura no me podría mover, fue cuando me paré del muro y me acerqué al bus para descargar mi ira y mi impotencia al conductor, no le valió que a lo largo de la avenida hay señales de prioridad ciclista, en el afán y la mecánica de su empleo autómata ignora que uno mismo es la carrocería. El paradero no estaba lejos, yo de él habría dejado pasar al ciclista en lugar de adelantarlo para volver al detenerme en el paradero, pero se las dio de ser tan hábil que no tenía la menor idea de a quien arrolló, y por eso no dudé en irme hasta el bus y decirle el improperio normal, pero lo que me ofendió más fue que en lugar de una disculpa me dijo que fui yo quien me tiré al bus. Existe una expresión “caído del zarzo”, no sé por qué fue lo que se vino a la mente en ese instante, apelaba a la poca paciencia del momento, estaba en shock pensando que pude caer debajo de las llantas, incluso le dije a mi compañero en un mensaje de voz que menos mal no me pasó lo de Sebastián (lo arrolló un SITP en su bici y lo mató). La policía que hizo el informe quería que conciliara, llegaron personas a preguntarme lo que quería o lo que pedía, y hasta el conductor ofreció veinte mil pesos, pero yo sólo quería ya salir de todo esto; la bici se pinchó atrás, el sillín estaba rayado, el mango abollado, los cambios desencajados y hasta los tornillos se soltaron del golpe. Más de media hora demoró la ambulancia en llegar, todo por la desidia de los funcionarios públicos, nadie quiere hacer su trabajo, además el proceso cuesta tanto que es mejor conciliar por unos pesos, por eso me preguntaron con insistencia que si entendía lo estaba haciendo, incluso mi amigo prefería que yo arreglara, pero de malas. Todo pasó a las once y media de la mañana, salí de la clínica a las cinco de la tarde con mi brazo en cabestrillo, sin bici y con el dolor no sólo de la caída sino del karma con esta gente común y vulgar. Cuando volví al patio al peritaje de la bici, apareció entre el montón tal como se ve en la foto, y busqué la llanta y el sillín sin éxito, de seguro la desvalijaron (y el karma sigue). Aún queda conciliar cuando llegue el día de la audiencia, ha sido un mes de terapias, de voltear con las diligencias, de ser el inútil esclavo de la vida que soy, y hasta forzado de procrastinar y regresar a la reflexión, por lo que pensar en el pobre conductor me hace pensar en el karma, mientras yo trato de evitar todos los conflictos de la vida, la sociedad se empeña en mostrar su peor lado cuando en otras ocasiones la energía me lleva por la vida como un fantasma, como el muerto en vida que soy. 

EL CASTILLO DE LOS PIRINEOS

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donde habito (salido de mis sueños)

MAIAA

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