miércoles, 26 de septiembre de 2018

EN EL INFIERNO Y ENTRE DEMONIOS



Insisto, alguien que asesina, roba, miente o hace el mal en general, no puede llamarse humano, es más un animal o un demonio, pues la consciencia se trata de sentidos, y el máximo de ellos es de lo que se trata la ética humana, el sentir y el existir. La humanidad en sí misma es una fuerza más allá de todo lo inimaginable, y prueba de ello es la capacidad de su cerebro diezmado en uso, y lo peor son los mecanismos de control para evitar que se descubra el secreto de las élites: dicen ser especiales cuando no difieren de cualquier parroquiano. Muchos se dignan con su hermoso cuerpo o se ufanan con su hábil inteligencia, pero están vacíos de ideales y carecen absolutamente de un corazón, pues sus propósitos son la superficialidad el mundo, mientras la humanidad se deja llevar de sus impulsos y controlar por sus necesidades, y nos arrastran a eso como si fuéramos esclavos y viles miserables. Yo mentí, robé, hice males ya hasta maté animales, pero no pasé de la situación o la experiencia párvula del crecimiento; y me sorprende ver cómo muchas de esas lecciones que me enseñaron la bondad antes que el placer, son la norma de todo aquel que en busca del éxito se justifica entre la contención y la incompetencia, además, se ofenden cuando se les expone lo inútil de su esfuerzo o lo hipócrita de su fe y forma de actuar, por eso son mediocres y corruptos. No hay orden más que el caos, o no hay más caos que el orden, en todo caso, la vida siendo dual debe ser también amónica, en su lugar, el desbalance se manifiesta en cada dogma y no hay nada justo, ni la vida es sagrada cuando lo que importa es el negocio, el beneficio de cada recurso planetario o humano en pos de una pequeña sociedad secreta en las sombras tras la luz del imperio comercial en el que el mundo está sumido. Por mí fuera desterraría a todo aquel que no esté dispuesto a ser la redención, a quien no esté dispuesto a sacrificar ese parásito que nos desangra y llevar a todos a un nivel en que las clases sociales fueron superadas, pero la conformidad permite que el mal se haga pasar por bien, como los impuestos o los abogados y sacerdotes, que no son más que parte de ese sistema que los comerciantes del pasado inventaron, y que refinaron hasta el punto de que no hay otro objetivo en la vida que hacer dinero, y en ello se basa la familia y el individuo, como si no hubiera otra cosa en la vida que: nacer, crecer, reproducirse y morir. Antes quemaron a los que pensaron, crucificaron al que creyó, o nos dejaron morir en el abandono, ahora simplemente nos usan a su favor cuando mi propio propósito es la aniquilación filosófica de la política y religión, que tiene al mundo en una empresa de virtudes retorcidas al servicio de unos pocos. Incluso ellos son los gestores de las revoluciones que enmascararon esos ideales podridos, siempre ambicionaron el poder que no lo quieren soltar por más perverso y corrompido que sea, y ni modos de convencer a sus lacayos de una perfecta estafa, cuando no hay mal que por bien no venga, y repito, mejor malo conocido que bueno por conocer. Yo sería el tirano de tiranos: sacaría del país las multinacionales que nos están diezmando, les cobraría lo robado como lo haría con las religiones y asociaciones políticas que tanto crimen permiten, además, limpiaría de esa iniquidad a la educación y la salud que tan ligadas están, eso haría colapsar toda organización criminal lo que permitiría a localidades y comunidades ser autónomos económica y culturalmente. Lo siento si peco de déspota o yerro por utópico, pero creo que si nos obligamos a ser buenos como hemos sido condicionados a toda la crueldad e ignorancia que nos empujaron, de seguro seríamos el ejemplo no sólo del planeta sino del universo entero, por lo que creo que si no condenamos la sociedad a perecer nos habrá condenado muy pronto. No hay riqueza que sea honesta ni sangre derramada que no sea limpiada por el espíritu, la vida es más que huesos y carne, no empieza y por ende no ha de morir, sólo continúa en la existencia eterna de la consciencia del alma, no somos criminales de poca monta sino titanes dolores de cabeza para esos inhumanos que en realidad son demonios. 

EL CASTILLO DE LOS PIRINEOS

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donde habito (salido de mis sueños)

MAIAA

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