El tiempo y el espacio son tan definitivos como relativos, en
esencia, el universo es la dualidad en armonía, toda luz produce una sombra de
la misma forma que la oscuridad revela el más mínimo resplandor. Más allá de la
moral está la consciencia, la ley escrita en la sangre, o si quieren, es la
matriz mental codificada en la realidad física, polos extremos de dos
perspectivas de lo mismo, dicho de otra forma, en la integridad el amor y el
miedo van de la mano, que a lo mejor por eso el mundo es tan miserable como divino.
No pretendo la verdad absoluta, es mi juicio humano hecho ensayo, la idea convertida
en palabra, el supuesto arte que blando en cada tintinear de las teclas, en
otro tiempo fue de puño y letra siendo siempre sangre y espíritu, el mismo que
trae a cada uno de los lectores a un diminuto universo. Mucho antes de la llegada
de los españoles desapareció la más misteriosa cultura del sur de Colombia, sin
nombre conocido se les llamó “San Agustín” por el fray que en 1790 se dio la
tarea de consignarlas por escrito, antes sólo quedaban historias que los
colonos se encargaron de desestimar, luego de la aniquilación de la conquista y
el establecimiento del feudo, las leyendas y los mitos eran el tesoro de una
lengua extinta, sus historias hacen parte del consciente colectivo del
conocimiento mundial, no esa globalización que tanta ruina ha traído al mundo.
Alrededor de 5 mil años atrás, una tribu se distribuyó por ese territorio del
macizo colombiano, pasaron de lo arcaico y primitivo, a dejar una increíble
prueba de su sabiduría y de su conexión con la tierra. Dejaron sarcófagos de
animales lejanos como el cocodrilo, imprimieron el rostro de un elefante en un tótem
funerario infantil, incluso esculpieron a un primate endémico de África, y una
fuente lava patas donde se dice que traían al mundo a sus hijos, siendo
particular que donde inhuman también dan a luz. Alguna vez un huaquero encontró
una piedra que al moverse sonaba como si estuviera hueca, y como si fuera hecha
por alguien que deliberadamente dejó algo en su interior como prueba, como si
la piedra hubiera estado líquida en su estado primordial. Todo el lugar tiene
pruebas de la gran actividad humana en la región, se dice que a la llega de Cortés
los mayas eras más de 35 millones y en el caso de Pizarro eran más de 33
millones de incas, ahora no es increíble pensar que los pocos millones que
habitaron el país tenían relaciones. Los Taironas debieron conocer a los san
agustinianos, igual que los Calima, Muiscas, Nariño, Tierradentro, Tolima y
demás culturas precolombinas; a diferencia de los occidentales, éstas culturas
mantenían el espíritu otorgado por los dioses, de seguro no usaban mercurio
para extraer el oro, tampoco le tiraban sus desperdicios al agua. Antes los
lenguajes tenían en común la explicación del universo, de allí que antes de ser
hablado y escrito, era telepático y empático, no había jerarquías más que las
condiciones propias de la vida, igual que el mal propio de las personas caídas
en desgracia, como esos inhumanos seres usurpadores de la humanidad. Creo que
aún queda esa energía en los modernos humanos, puede que no recuerden su
origen, que sean mestizos, estén esclavizados, sean ignaros del espíritu, o
peor, que lo manipulen en interés de sus preceptos sociales, mercado de una
vida reducida a trabajo, cuando su dignidad es levantarse del fango como una
bella flor. El instante deja de ser perenne, nos elevamos en una espiral de afectiva
y tierna luz, reconocemos la herencia cósmica o adquirimos el honor arrebatado
en dogmas y pasiones, así es como despierta la consciencia dormida, es así como
los sueños se hacen realidad, como el amor supera todo lo imposible, verdadera
fe que se manifiesta en pensamiento y acción. Puede que lo oficial sea la
verdad aceptada, hasta la mentira es cierta en boca del mentiroso y odio del
crédulo, lo oficial, lo estatal, lo cardinal, la ley o norma del mundo poco
vale si no comprende la esencia del cosmos, si pretende dominarlo o contenerlo,
esa quimera que llaman democracia es un negocio de todo aquello que quedó
plasmado en la naturaleza y la humanidad, sólo es querer entender.