Por alguna razón me gusta verla en su uniforme con chaleco
blindado y demás, es una pequeña guerrera con una voluntad inquebrantable,
mujer al fin de cuentas, e incansable trabajadora a la que le gusta lo que hace.
Cuando los del FBI hacen redadas uno quisiera irse con ellos con una cámara
como arma, quizás manipulando un dron o en la retaguardia esperando a abrir
fuego. Mi trabajo como reportero sí es trabajo porque me cuesta, a diferencia de
la labor que ella no sólo disfruta, sino que es experta y más que profesional
en su campo, por mi lado, ser independiente es una lucha entre la
corporatividad y la institucionalidad. Lejos de lo real e importante como lo es
la lucha contra el crimen, me he asociado a una red de comunicadores de lo
extraño y lo fantástico de la vida cotidiana en el mundo entero, así, rotamos
videos de fantasmas, luces, ovnis y demás fenómenos que se nos escapan a la comprensión
y la tolerancia. A mi esposa no le gustan esos temas, y más cuando hace
diligencias de necropsia y allanamientos, ella lidia con la escoria de la
sociedad y yo con entes, demonios y cosas así, me pagan por narrar lo que nos
pasa en lugares macabros como sitios viejos y abandonados. Yo no uso talismanes,
ni rosarios, ni agua bendita, ni mantras, ni nada así, mi método es más simple
y efectivo: Nada hay en el otro mundo que
pueda hacerme daño allá o en este, no hay criatura que tenga poder sobre mi
espíritu ni alma que pueda hacer daño o matar a la mía. Soy hijo de la luz y el
amor, milagro que se manifiesta en lo secreto e invisible. Respeto las
creencias de mi mujer, su dios y patria de las que reniego, pero por ella voy
al mismo infierno, me rebajo de vibración y me enorgullezco con mi vanidad,
bajo guardia y permito el golpe directo de un enemigo que es pura energía. Así fue
como lejos de intervenir en los casos, sólo los describo en mis propios
términos que también riñen con los preceptos masones de mis empleadores, ya que
en mis primeros casos que tomé tan personal tuve inconvenientes como súcubos y
otras larvas del plano astral. Mejor hacer alianza y amar ese enemigo que
acecha en las sombras y que no deja de ser parte esencial de la vida de la cual
se puede aprender mucho, y la soledad es el dolor de muchos cuando es el placer
de pocos. Mi esposa tuvo su tiempo de malos amores, y aunque no sea el padre de
nuestros hijos los amo más que a mí mismo, son el amor de mi amor y por lo
tanto mis adoraciones. Yo aventuré mucho hasta el hastío, ahora el viaje es ser
el ejemplo de nuestra familia, el objetivo es ser el progenitor de nuestro
compromiso, y por eso me quedo tranquilo cuando sale, sé que va con la
bendición del padre cósmico y así mismo regresa, que cuando la veo con su
armadura antibalas me imagino desnudarla. Nuestros sueños personales se han
cumplido, ahora estamos desarrollando nuestro idilio, más felices y tranquilos
no habíamos sino nunca. Un compañero de trabajo, el único que me agrada y
hablo, resultó ser un terapeuta de hipnosis, y se ofreció a hacerme una regresión.
Mi mujer escéptica y algo temerosa me preguntó si confiaba en él como para
soltarle mi mente, y le pedí que me acompañara y me vigilara, el video lo
censuré por obvias razones. La sesión fue difícil, mi mente se rehusaba a
entrar en trance, pero su habilidad me llevo a un estado profundo de
subconsciencia, fue entonces cuando me vi como una chica que iba tras los
cruzados templarios en el medio oriente, era enfermera o algo así que iba tras
mi marido, un maestro caballero en todo el esplendor de su presencia. Lo vi
apearse del gran caballo que lo traía, veía a mi esposo con el mismo
sentimiento ya descrito en mi esposa, lo amaba de tal manera que iba tras él en
un servicio médico. Su pulida y brillante armadura era impecable, como si la
sangre en la batalla evitara su impoluta protección, por lo que hablar de la
muerte de él o de ella no hará parte de un relato de esperanza como éste, pues
cuando aquel imponente ser se quitó su yelmo, tenía una apariencia como la de
mi esposa que, en la posterior sesión, descubrió haber sido un templario que
amaba a sus hijos y a una médica que servía tras sus filas.
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