sábado, 1 de octubre de 2016

LA FUENTE DE LA IGNORANCIA

En el origen, las consciencias no tienen principio ni tendrán final, tal concepto de lo infinito y eterno se escapa a quien atrapado en un cuerpo ha olvidado que es inmortal; mejor definir y limitar cada cosa que integrarla en el todo. La humanidad antes de ser física era una idea universal de hacer lo que cada uno no pudo, ser íntegro, pero en algún punto de la historia el ser humano intervenido por una auto proclamada deidad, bajó de las más elevadas frecuencias del amor para debatirse en el miedo y el hábito. El cerebro humano del 100% de su capacidad no usa ni el 1 ¿Cómo es posible alcanzar tal nivel y precipitarse al oscuro abismo? En aquel tiempo en que la consciencia era la moneda del universo, ha sido la representación e identidad individual de una parte del todo, eso que llaman Dios y que no es más que la red energética del cosmos. Los que llegaron a tal nivel se les consideran casi que dioses, como buda, cristo, mahoma y otros que se convirtieron en ídolos más que en ejemplos, figurillas e imágenes. Quienes comprenden más allá del tiempo y el espacio imaginan y creen, contrario a quienes mecánicamente viven en el artificio de la sociedad, los que como borregos fieles a la patria lamen la mano del que los sacrifica. La historia está escrita por los ganadores, y no siempre son los justos o los honestos los que triunfan, como lo prueban aquellos que viven del interés y los impuestos, codiciosos mercenarios de las bajas pasiones humanas. Son ellos la razón de tanto mal en el mundo, los que imperan lujos haciendo miserables a los pobres desafortunados, quienes al margen de la sociedad la mantienen y fortalecen sin tener más que el desprecio de sus gobernantes. Hubo un tiempo en que la humanidad era consciente de sí misma, actuaba como un solo organismo en pos de sus necesidades espirituales, lo que hizo al cerebro desarrollar capacidades fantásticas. La intuición es poco para otras habilidades como la visión del aura o el desprendimiento astral, por no decir la capacidad de acceder al registro akashico o hacer que la materia se transforme, somos un reactor energético que alimentamos tanto demonios como ángeles. La lucha entre las dos fuerzas es una ilusión, no hay tal guerra celestial más que la propia de la dualidad, contradicción que hace de la vida una rueda del destino que gira para uno u otro lado, el devenir que tanto hace sufrir a todos, pero si resuelves la paradoja de seguro estarás tranquilo en medio de la tormenta, podrás elevarte sin despegar un pie de la tierra. Todos vamos ligados en una existencia obligada, pero el deber y el servicio depende del lado que tributas, podrías estar sirviendo al diablo disfrazado de ángel o a ese poder y esencia que se manifiesta tras los males y enfermedades. La muerte es otra de las ilusiones, la parca maestra acompaña a los que en soledad se cuestionan sobre todo, los que embriagados de reflexiones viven la vida de sueños que a otros se les escapa. La sombra oculta los misterios y secretos que la sabiduría resguarda como tesoro del alma, allí es donde relucen brillantes espíritus que se encuentran a sí mismos perdidos en los zapatos ajenos. Era aburrido estar en la plenitud del gozo, haber nacido para ser un esclavo de necesidades y deseos es mejor que ser responsable, por ello se llegó a la decisión de caer al pozo de la sociedad y el negocio. Atrás quedaron los eones de sabiduría ancestral, viejos fantasmas que son ejemplo de trascendencia, energía pura del amor o el miedo, nosotros mismos en una consciencia colectiva que creó el universo y lo seguirá haciendo por siempre. La fuente de la ignorancia es la experiencia de la vida, el que lo sabe vive incluso en la muerte, reina sobre los planos sirviendo en comunidad, por ello tuvimos que tomar de sus aguas y olvidar que somos dioses para vivir como esclavos de nuestras pasiones y necesidades. 

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