sábado, 31 de diciembre de 2016

UN DULCE AMARGADO



Ser una persona con un semblante amargado y adusto no me hace malo, pues más allá del mal y del bien las cosas en la vida tienen un propósito, sea positivo o negativo, ambas corrientes son el eje con el que la rueda del destino gira y gira. Tras mi indiferente sentimiento con lo social está la atención que presto a lo sublime y trascendental, desprecio lo mortal cuando lo humano está en ser divino, pero nada que hacer con el esclavo convencido de un sistema que lo manipula por no decir que lo utiliza en todo sentido. Suelo sonar despreciable incluyendo el léxico vulgar con el que se expresa in inconformismo, esa crítica taladrante de mentes y sentimientos atados a la cadena de los mercados, el mismo que distraído y entretenido con fútbol no se da cuenta de la guerra que se cierne sobre las almas humanas. Gracias a la sombra he descubierto mi luz, me ha revelado los misterios que yacen en lo desconocido, e incluso en ha enseñado a protegerme de la oscuridad ajena, mi soledad compañera que en la sinfonía del silencio me educa. Todo el universo habita en cada partícula que compone células y demás estructuras orgánicas e inorgánicas, todo yace en el corazón como herencia de esa energía de amor llamada dios, nada hay fuera que no exista dentro ni vida que no sea por la muerte. Escribo esto pensando en mi fantasmal público, anónimo entre miserables me reconozco como especialmente afortunado de pensar, sentir y vivir como lo hago, en la austeridad dedicado a servir, una consciencia individual (Por lo que algunos me dicen egoísta o mezquino) entre una conciencia colectiva usurpada por élites y aliens. He visto cosas increíbles, conocido personas fantásticas, paisajes maravillosos con cósmicas vistas de colores sicodélicos, las óperas venidas de estrellas e interpretadas por la vida misma. Inútil es el dinero y el poder en este mundo, son superados por mucho por aquellos que vivieron bajo la ley de la vida antes que la de los mortales humanos, la consciencia es la ley del universo que pone a los seres en un altar o los deroga a revolcarse en el fondo del pozo más profundo. El conocimiento de nada sirve si no se aplica en razón del bien común, corporaciones educativas, financieras, judiciales, legislativas y demás asociaciones corrompidas y doble moralistas, son las culpables de la ignorancia que tanto aqueja al mundo. Los pobres no tienen más opción que la servidumbre, ser víctimas de ricos que impunemente se salen con la suya, bien dicho que la justicia es para el de ruana (el pobre), y es una maldita lástima ver que su límite es su status quo de ñeros. Alienado me quejo no sin dar algo de esperanza, pues de no ser por la fe de mi espíritu no estaría aquí tecleando disparates, dejando a mi mente divagante guiar mis dedos en pos de algo diferente a la basura que escucho en la radio o la tv, aunque no niego que de vez en cuando sigue funcionando como fuente de información. Los días no pasan en vano ni cuando se tira todo por la borda, como Rafael Uribe que mereciendo la peor de las condenas vivirá tranquilamente en una casa fiscal (Cárcel de ricos), pero cuando deje su cuerpo verá la verdad y enfrentará sus actos como una tortura.  Sus vidas de novela en poco se comparan con mi vida de película, rutina de misterios descifrados intuitivamente y probados en las más insólitas circunstancias, y ni decir que entre dios y el diablo pues somos el epítome de la dual dicotomía universal. Ni mis vicios me hacen mortales, son mi punto débil pero no mi ruina, y me cuido de mis demonios como de los ajenos, lo malo de muchos es que son orgullosos y vanidosos que no admiten su codicia y lujuria, tan complacientes en su comodidad que el miedo los atrapa en sus ilusiones y deseos. Sólo pido algo qué fumar fuera de lo básico de todo mortal, de resto sé que mi espíritu me ha mantenido y lo seguirá haciendo, que al dejarlo libre me afecta tanto como me premia, tan rancio para despreciar con brutal odio y tan sensible para ponerme en zapatos de otra horma; ser tranquilo ha sido mi ruina en un mundo tan agitado, pero para gloria de mi alma ha sido la paciencia una virtud que no he perdido aunque fuera agredida por la rutina ajena. 

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