miércoles, 20 de agosto de 2014

LOS LADRONES DE JESUS

Los ladrones murieron primero que el maestro quien resistió lo que más pudo ese amargo trago, pasaron para ser testigos de lo que espera a todo mortal, un sinfín de tormentos para quien no valoró el espíritu ni la vida, y un premio para quien aprendió del paso por la escuela llamada tierra. No obstante en el momento más difícil de toda alma pasó algo que nunca antes había pasado, un ser resplandeciente de nombre Jesús había descarnado para mostrar a todo ser en el cosmos que el ser humano no es tan malo, que ellos tienen la energía del universo en sí mismos, no tienen el menester de buscar o encontrar pues son puro amor condensado en carne. Incluso la misma parca aceptó que nunca podría reclamar tan glorioso espíritu, no como los vanos seres que pasaban bajo el juicio de la balanza, tampoco los seres que proclamándose dioses se escapaban de su poder o su labor. Aquellos dos sujetos crucificados con el maestro más allá de los discípulos fueron testigos de las palabras del maestro: Quien crea en mí no degustará la muerte. Entonces los hombres no fueron tomados por la oscuridad ya que había huido de la presencia del señor, se vieron frente a una puerta “dejad aquí toda esperanza”  decía sobre ella, si Jesús había caminado para cruzar el estigia ninguna amenaza lo habría de detener, entonces los ladrones siguieron con Jesús entre pecadores que se iban levantando de su castigo, así el primer hombre fue redimido y con él toda su especie, incluso algunos de los más malos salieron mientras otros autodenominados sacerdotes quedaron atrapados allí. Nunca antes se había visto cómo un hombre sacó a tantos de la condena y la pena, el milagro más asombroso era invisible a un mundo que ahora veían en una cruz al que se sacrificó por todos, al que enseñó el amor hasta dar su vida por ello. Los ladrones no podían evitar ni ignorar las miradas de incertidumbre, de sorpresa ante un par de pecadores que no van a pasar por lo que los demás pasaron, no era justo y mucho menos que quien lo sintió así volvió al lugar del que había sido sacado. La idea de haber respetado la vida sobre las cosas los salvó, pero sí de haber vivido de matar la historia sería diferente, no hay nada más descarnado que matar y más animal que hacerlo para vivir. Jesús recorrió todo el inframundo como si pasara por su casa, pero para limpiarla, para llevarse con él a todos aquellos que nunca abandonaron la fe en un amor desconocido mal-llamado dios, pues nosotros mismos somos la deidad del universo CONSCIENCIA pura y en acción. Los dioses antiguos veían con temor y sin poder hacer nada, era la hora del juicio final y tiempo de desaparecer, ya no podrían retornar por sí mismos, ahora deberían abrir portales con rituales mágicos para exigir sangre y muerte a granel. El propio dueño del lugar, inútilmente lo intentó detener pero nada se puede contra las leyes universales, es más, nadie puede contra quien comprende que la luz no es un efecto sino un principio, a quien más allá de lo material sabe que las cosas perduran en el corazón y el pensamiento. Todo un rebaño tras el pastor, así era aquel evento sin precedentes, incluso muchos de los paganos iban allí entre los que cantaban a coro algo doloroso para oídos de demonios, una vibración que ascendía en una espiral de armonía y paz. Así como Isaías, Vyasa, y otros profetas de África, Oceanía, América y todo el mundo iban detrás del mismo Jesús que incluso dirigía el coro con un gesto de alegría y gozo. Los dos ladrones pasaron por el infierno, incluso el que cuestionó a Jesús cuando le dijo que si era el hijo de dios bajara de esa cruz. Pasaron todos y todas, tanto buenos como malos salieron de allí por el simple hecho de aceptar que hay algo más allá de todo, lo desconocido que es más real que la realidad que vivimos pero que no percibimos.

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